jeudi 16 juillet 2009

Lucy in the Lyon's sky with diamons

Escribiré en castellano de Valladolid para que se entienda ahí abajo, en Madrid. Antes estaba en la cocina cenando y escuchando While You Where Sleeping, Elvis Perkins es la alegría de la huerta cuando de repente me llegó un sms desde el sur, desde mi bar preferido -donde por supuesto no hay cobertura- desde mi persona preferida. Decía algo así como que los amigos ausentes preguntaban por la niña mientras sonaba California Stars y Billy Bragg canta que te canta y que me echaban de menos y que liebe, süss liebe y süss liebe. Y yo pensé, mecagoenlaputa ya no dejan a una ni cenar en paz. Dale ahora la nostalgia, la morriña, la saudade, llámalo X y se me llena la cabeza de malos pensamientos, habré hecho bien en irme de Madrid, es Lyon la ciudad donde querría vivir siempre, por qué el Bukowski no abrirá en Barcelona los martes por la noche -ya que en Madrid cierra... podrían trasladarse. No les cuesta nada. ENTONCES cambio Elvis Perkins por Billy Bragg y pienso que MIERDA, sólo tengo 22 años y ya tengo doble morriña gallego-madrileña y espero no cogerle cariño en mi puta vida a esta ciudad llamada LEÓN en francés o viviré siempre en la nostalgia, en la morriña, en la saudade, llámalo X pero siempre habrá alguien a quien esperar en el aeropuerto o más bien alguien a quién explicarle por qué tampoco pude ir a buscarle al aeropuerto. Y no diré tu nombre, no diré Berlín, ni Santa Engracia, ni la Casa del Pez, ni Palentino, ni Bukowski, ni selvesa, selvesa, ni vermú de grifo, sol y sombra, carajillo, cañas, claras, cubatas, botellines, riberas del duero, ni rayas de cocaína, ni leche bien fría -cuidado con las palabras que acaban en ína-, ni Shabop Shalom, ni OJALÁ, ni contaré mi forma de perseguirte por tu casa, ni diré anchoas, ni queso, ni bocata de queso con anchoas cuando Ray Loriga, ni pepito del Palentino, ni la noche que me hiciste ESA polaroid donde salía llorando con un vestido de cuadros un martes por la noche, ni Pueblo, ni perderme contigo por Villeubanne si te matas ni perderme contigo por Villeurbanne si te mueres, ni Mondo Brutto, ni cuando me llamaste llorando esa mañana de finales de enero desde Ciudad Real, ni sol de enero y la vez que casi vimos a Le Punk juntas, ni las primeras cervezas que nos tomamos en aquel bar de Nuevos Ministerios en octubre, bar donde por supuesto nunca volvimos, mierda, por qué todo tuvo que pararse, mecago en la puta, ni una noche en mi balcón, ni Manos de Topo, ni ahora te sientes mejor ¿verdad?, ni el pollo frito, ni Wilco, ni Cigarrets, ni Indyspensable, ni en los cines ponen tu película, ni poesía de mierda en primavera, ni Galletita, ni Paul, ni Sebastien, ni Jose, ni Gonzalo, ni Manuel x2, ni Sergi, ni Hermann Hesse, ni Álex, ni Paula x2, ni Nicanora, ni Desaparezca Aquí, ni Clamores, ni podríamos ir al circo, ni color splash, ni Diana, ni Mari Trini, ni Reflex, ni Pfand, ni mi tablón no se llena solo, ni Piluca, ni Dewey Cox, ni caja llena de cosas, ni Hawaii, Hawaii, Hawaii, ni Polaroid ni Everytime we say good-bye, ni Picnic los domingos a las 20.30, ni Winston, ni Four Roses, ni el ayer te vi en el metro de Noviciado, ni la noche que pasé deshidratada después de tomarme dos latas de anchoas, ni dormirme escuchando a Billie Holiday, ni la zorra de la Rosenvinge, ni todas las veces que no te he dicho lo mucho que te necesito, ni ninguna ola es igual a la anterior en el Atlántico, en el Ródano o donde quiera que estemos la próxima vez, ni perseguir a Enrique Bunbury por la sala Heineken, ni Cantoblanco Skyline julio a las cuatro de la mañana, ni I'm a hard-hearted honey-pot hungry shepherd, ni todos los millones de planes que hacemos -de los que sólo hacemos diez mil doscientos cuarenta y seis- y muchas más cosas que seguiremos haciendo de muchos tiempos.